jueves, 19 de noviembre de 2009

Rima poema

De “la ilustre fregona”

¿Dónde estas, que no pareces,
esfera de la hermosura, c
belleza a la vida humana
de divina compostura? c

Cielo empíreo, donde amor
tiene su estancia segura;
primer moble, que arrebata
tras si todas las venturas; c
lugar cristalino, donde
transparentes aguas puras c
enfrían de amor las llamas,
las acrecientan y apuran;
nuevo hermoso firmamento,
donde dos estrellas juntas,
sin tomar la luz prestada,
al cielo y al suelo alumbran; c
alegría que se opone
a las tristezas confusas
del padre que da a sus hijos
en su vientre sepultura;
humildad que se resiste
de la alteza con que encumbran c
el gran Jove, a quien influye
su benignidad, que es mucha.

Red invisible y sutil,
que pone en prisiones duras c
al adúltero guerrero
que de las batallas triunfa;
cuarto cielo y sol segundo, c
que el primero deja a oscuras c
cuando acaso deja verse:
que el verle es caso y ventura;
grave embajador, que hablas
con tan extraña cordura, c
que persuades callando, c
aún más de lo que procuras; c
del segundo cielo tienes
no más que la hermosura, c
y del primero, no más
que el resplandor de la luna; c
esta esfera sois, Constanza,
puesta, por corta fortuna, c
en lugar que, por indigno,
vuestras venturas deslumbra.


Fabricad vos vuestra suerte,
consintiendo se reduzca
la entereza a trato al uso,
la esquividad a blandura.

Con esto veréis, señora, c
que envidian vuestra fortuna
las soberbias por linaje;
las grandes por hermosura. c

Si queréis ahorrar camino,
La más rica y la más pura
voluntad en mí os ofrezco
que vio amor en alma alguna.

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